sábado, 20 de octubre de 2012

NIETZSCHE, AYN RAND Y EL INDIVIDUALISMO

A pesar de que solo reconoce la influencia de Aristóteles, lo que he podido saber de la filósofa norteamerica Ayn Rand me lleva inevitablemente a relacionarla con Nietzsche. Ciertamente no es idéntica a Nietzsche. Quizá el filósofo alemán era anticompasivo donde Ayn es simplemente acompasiva. Quizá Nietzsche era épico donde Ayn se muestra analítica y prosaica. Pero la encendida defensa del individualismo, del hombre superior; o la viva crítica a las masas y el desprecio a aquella vieja virtud cristiana expresada como autosacrifio por los otros o por la humanidad, hacen que los dos planteamientos filosóficos parezcan primos hermanos.

Ayn Rand influyó sobremanera en la sociedad norteamericana de los años 40 y 50. Su obra más conocida, "La rebelión de Atlas, es el segundo libro más leido en EE.UU después de la Biblia. El fragmento que podemos desfrutar aquí es de la película "El manantial" basada en la obra homónima de Ayn Rand. Gary Cooper, el íntegro arquitecto protagonista de la película, hace un alegato final que le sirve de defensa ante el jurado. A través de este discurso Ayn Rand expresa lo fundamental de sus ideas.
 

miércoles, 17 de octubre de 2012

LA ACTITUD FILOSÓFICA



Definir el término filosofía de forma satisfactoria es una tarea difícil. No obstante, existe otro modo de acercarnos a lo que la filosofía es. Ante la imposibilidad de conocer o definir existe la posibilidad de reconocer.

Ante la propia vida existen dos actitudes que son posibles adoptar. Por un lado la actitud conformista, crédula y tranquilizadora o bien todo lo contrario, la actitud inconformista, inquieta y de sospecha. La primera la denominaremos actitud religiosa, aunque no hace falta ser religioso para adoptarla. A la segunda actitud filosófica propiamente dicha, y no sólo los filósofos la adoptan. Con un mínimo de atención todos podemos reconocer dicha actitud cuando se da en nosotros mismos o en los demás.

Cuando nos instalamos en la actitud religiosa el mundo nos parece que es como debe ser, la realidad dada por la tradición, la opinión general o la autoridad (lo dicho por un sabio o presunto sabio) es asumida como correcta. Los problemas cuando aparecen son seguidos mecánicamente por sus soluciones. Desde la actitud vital filosófica todo es sospechosos. Todo esconde un posible problema. La actitud filosófica es aquella que insiste en problematizar la realidad dada en todos sus niveles. El filósofo es quien busca los tres pies al gato, quien busca problemas donde aparentemente y sólo aparentemente no los hay. Quien no se conforma con las soluciones que vienen dadas por la opinión generalizada, la tradición o la autoridad e indaga por su propia cuenta. Es en definitiva la actitud crítica ante la realidad. El filósofo pone el énfasis en el problema porque es el primer paso para la solución. La actitud religiosa se instala en la solución y evita así el problema.

Imaginemos que el científico que puso en marcha el experimento de los monos y el plátano ha desactivado ya el mecanismo por el cual el agua fría cae sobre ellos. Después de todo ha pasado ya mucho tiempo y las cosas suelen cambiar insensiblemente, sin darnos cuenta. Así ocurre con las primeras razones que pusieron en marcha muchas de nuestras ancestrales tradiciones y costumbres. Muy probablemente entre los monos habrá alguno un poco más listillo, pero que sin embargo admita que no se deben coger los plátanos. Bueno, los muy listos también pueden equivocarse en algunas cosas, ¿no?

¿Por qué no debo coger el plátano? Porque el mono más listo del grupo así lo dictamina y porque los otros monos me pegarán. ¿Y por qué me pegarán? Porque siempre ha sido así. ¿Y tú, por qué me pegarás cuando intente coger el plátano? No sé, eso es lo que hacen todos, ¿no?

Si el mono sigue preguntando seguro que tendrá problemas. En fin, nada nuevo. Ya sabemos que la actitud crítica no siempre es la más cómoda.

PLATÓN Y LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA 1/2

Ver 2ª parte del video Explicación de la Alegoría de la Caverna

El libro VII de la República comienza con la exposición del conocido mito de la caverna, que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento, según la teoría explicada al final del libro VI.

  Alegoría de la caverna

I - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.
Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
- Ya lo veo-dijo.
- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
- Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
- ¿Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
- ¿Qué otra cosa van a ver?
- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?