LA ARISTOCRACIA PLATÓNICA
Toda actividad humana más o menos compleja implica un conocimiento previo, una cierta sabiduría. No todos los hombres están capacitados ni son aptos para hacer según qué cosas. Si se me estropea el televisor no dejo que cualquiera intente arreglarlo. Me aseguraré de que el hombre que lo intente arreglar sepa como funcionan los televisores. Si me quiero hacer un traje tampoco dejo esta tarea a cualquiera. Me aseguraré de que la persona en cuestión sepa lo suficiente para desempeñar su trabajo. Es evidente que los más aptos para arreglar televisores o hacer trajes son los que saben de televisores y trajes. Son por tanto ellos los que, en puridad, deben ejercer sus respectivas actividades.
Para Platón el gobierno de un Estado es una tarea complicada; más que arreglar televisores o diseñar trajes. El gobernante debe diseñar leyes justas y administrarlas con justicia. El conocimiento de lo que está bien o mal, de lo que es justo o injusto, no es un conocimiento fácilmente asequible. Si no investigamos, si no estudiamos y nos esforzamos, nuestros conocimientos de la justicia, el bien, etc., serán muy rudimentarios. Así pues, no todos los hombres están igualmente capacitados para gobernar un Estado. Los más capacitados para esta tarea son los que se han pasado la mayor parte de sus vidas intentando saber: los filósofos. Los filósofos, si de verdad han realizado correctamente su camino de conocimiento, han llegado a conocer la Justicia en sí y el Bien en sí. Los filósofos son, por tanto, los que más saben de los conceptos éticos y políticos necesarios para gobernar un Estado; son pues los más aptos o capacitados para la tarea de gobierno. En virtud de esta consideración la política de Platón es una aristocracia o gobierno de los más capacitados.