ARISTÓTELES (Estagira,
Macedonia, 384- 322 a. de C.)
1.INTRODUCCIÓN
2.EL PROBLEMA DE LA REALIDAD
2.1REALISMO DE LAS COSAS
3.EL PROBLEMA DEL CAMBIO
3.1.LA INTELIGIBILIDAD DEL CAMBIO:PERMANENCIA Y REGULARIDAD
3.2.PERMANENCIA:HILEMORFISMO
3.3.REGULARIDAD:POTENCIA Y ACTO
3.4.NATURALEZA
3.5.CAUSAS DE TODO CAMBIO
3.6.TELEOLOGÍA
4.TEOLOGÍA
5.PSICOLOGÍA
7.EL COSMOS ARISTOTÉLICO
7.1.CARACTERÍSTICAS GENERALES
7.2.VISIÓN FÍSICA
7.3.VISIÓN ASTRONÓMICA
7.4.LA PERFECCIÓN DEL SISTEMA
8.ÉTICA
8.1.VIRTUDES INTELECTUALES O DIANOETICAS
8.2.VIRTUDES ÉTICAS
9.POLÍTICA
9.1.GRADOS DE ASOCIACIÓN
9.2.FORMA DE GOBIERNO
1.EL PROBLEMA DE LA REALIDAD
1.1.REALISMO DE LAS COSAS
La realidad será para Aristóteles el mundo sensible, las cosas. Estas cosas existen independientemente del sujeto que las piensa o las percibe. En virtud de este planteamiento aristotélico la filosofía de Aristóteles se denomina realismo de las cosas en oposición al realismo de las Ideas de Platón.
1.2. HILEMORFISMO
La cosa concreta y existente es denominada por Aristóteles sustancia primera y es un compuesto de materia y forma, inseparables, pero distinguibles en nuestra mente. La materia (Hyle) es de lo que está hecha una cosa. La forma (Morfo) puede ser forma esencial (esencia o sustancia segunda) o forma accidental (accidentes).
¿Qué es la esencia o forma esencial? Las características de esa cosa que hacen que el objeto en cuestión pertenezca a esa clase de objetos, de suerte que si a la cosa le quitamos una o varias de esas características o cualidades esenciales dejaría de ser esa clase de cosa. Lo que hace que una silla sea una silla o lo que hace que un hombre sea hombre.
¿Qué son los accidentes o forma accidental? Los accidentes son aquellas cualidades o características que no son necesarias a un objeto para que dicho objeto pertenezca a una clase determinada de cosas, de suerte que si cambiamos una o varias de aquellas características la cosa no cambia de clase ni deja de ser lo que era. Existen multitud de accidentes según Aristóteles pero los tres más importantes son los siguientes: cualidad, cantidad y localidad. Veamos esto con un ejemplo: la sustancia primera de esta silla es un objeto cercano de cuatro patas rojas con un soporte horizontal de pequeño tamaño y un respaldo. La esencia o sustancia segunda serían las cuatro patas, el soporte horizontal y el respaldo que posee el objeto. Y los accidentes su cercanía (localidad), su color rojo (cualidad) y su pequeño tamaño (cantidad). Si esta silla tuviese otro color, estuviese más lejos o fuese más grande seguiría siendo una silla; pero si no tuviese respaldo, no tuviese cuatro patas o no tuviese soporte podríamos dudar de que fuese una silla, podría ser una banqueta o un mero tablero.
1.3 POTENCIA Y ACTO
De una semilla puedo esperar diversos cambios. Yo puedo coger la semilla y pintarla de amarillo o puedo plantar la semilla y regarla, con el tiempo tendremos un árbol. La semilla puede ser otra cosa o puede ser la misma cosa, pero con distinta cualidad o accidente. Las posibilidades de cambio de una semilla son distintas a las de un martillo. Un martillo y una semilla no son un árbol, pero la semilla puede llegar a serlo, tiene esa posibilidad y el martillo no, aunque lo entierre y lo riegue. Decimos entonces que en algún sentido la semilla es un árbol, pues tiene esta posibilidad. Decimos que la semilla es un árbol en potencia y es una semilla roja en potencia. La potencia es la capacidad o posibilidad de recibir desde fuera o de desarrollar a partir de sí una nueva actuación o determinación. La potencia activa, entelequia o privación, es la posibilidad o capacidad de desarrollar a partir de sí una nueva determinación. La semilla tiene la potencia activa de ser árbol. La potencia pasiva es la posibilidad o capacidad de recibir desde fuera una nueva determinación. La semilla que es naturalmente blanca tiene la potencia pasiva de ser roja pues alguien podría pintarla. El acto es la capacidad o posibilidad concretada, determinada, actualizada, hecha realidad. El árbol que vemos es árbol en acto porque es real y actualmente un árbol. La semilla es árbol en potencia porque es posible que llegue a serlo. La potencia está pues relacionada con la posibilidad y en cierto sentido con la materia. Un bloque de mármol puede ser un número indeterminado de esculturas. El bloque de mármol tiene mayor potencialidad que la escultura acabada. El acto está relacionado con la realidad y en cierto sentido con la forma. Cuando el mármol se convirtió en El David de Miguel Ángel decimos que la escultura concreta es real no solo posible, porque el proceso ha concluido y la forma se ha concretado. Los conceptos potencia y acto son conceptos relativos. Cualquier objeto natural es potencia respecto a algo y acto respecto a otro algo. Un árbol es árbol en acto, pero es leña en potencia. La leña es leña en acto, pero ceniza en potencia. El cambio es, pues, entendido como el paso de la potencia al acto.
1.4 NATURALEZA
En virtud de la potencia activa, que se da en los objetos naturales como los árboles y no en los objetos artificiales, como las sillas, por ejemplo, las cosas cambian y se desarrollan por sí mismas.
Diríamos como si tuviese el árbol unas leyes impresas en su interior que rigiesen y fomentaran su cambio y desarrollo. Este principio o ley intrínseca a la cosa natural lo llama Aristóteles naturaleza. Cuando el árbol en otoño se desprende de las hojas se produce un cambio natural, conforme a la naturaleza: es decir, conforme a la ley intrínseca que el árbol posee y, por tanto, sin entrar en contradicción con esta ley. La silla y los demás objetos artificiales no tienen naturaleza. No tienen ese principio de cambio y desarrollo intrínseco a la cosa. Sólo cambian si alguien desde fuera lo hace cambiar o en cuanto está formado por objetos naturales (madera, hierro, etc.), pero no en cuanto es silla. La naturaleza será pues la ley de cambio intrínseca a la cosa, en virtud de la cual se produce un:
- Desarrollo hacia su forma y plenitud; un árbol se desarrolla desde la semilla hasta su plenitud de árbol
Movimiento de traslación vertical hacia arriba o hacia abajo buscando su lugar natural; el árbol por naturaleza degenera muere y cae al suelo porque es tierra y tiende hacia la esfera de tierra a la que pertenece.
La naturaleza es también el motor que impulsa este cambio natural.
1.5.CAUSAS DE TODO CAMBIO
Aristóteles consideraba que todo cambio se explicaba totalmente apelando a cuatro causas. Aclaremos antes que parta los griegos movimiento y cambio es lo mismo y no sólo se refieren al movimiento de traslación o local sino a toda transformación o variación de un ser, y que causa y explicación es también lo mismo y no sólo se refieren a la causa efectiva y concreta de un cambio. Dicho esto, para Aristóteles todo cambio quedará totalmente resuelto cuando especifiquemos las cuatro causas, explicaciones o factores que den razón de él:
1ª)causa material. Es la materia del objeto que cambia. Atendiendo al ejemplo clásico del escultor que se propone realizar una figura, la causa material será el mármol de dicha obra.
2ª)causa formal. Es la nueva determinación, la nueva actualización del objeto. En el ejemplo del escultor es la figura que el escultor ha imprimido o se propone imprimir al mármol. Coincide con la forma.
3ª)causa eficiente. Es el agente concreto que hace posible el cambio. En la Física Clásica se denomina causa mecánica. En el ejemplo del escultor será la mano y el cincel que esculpe el mármol.
4ª)causa final. Es el paraqué, el motivo final del proceso, el fin del cambio. En el ejemplo del escultor puede ser el ornamento o el culto religioso. La finalidad está presente como motivo en el principio del cambio y de una manera explícita cuando el cambio ha concluido.
En las cosas naturales la causa formal, eficiente y final es la naturaleza del objeto. En cualquier caso la causa final es la más importante. El fin es en griego el telos. Por esta prioridad del telos sobre las otras causas se suele denominar a la filosofía de Aristóteles teleológica o teleología.
2.EL COSMOS ARISTOTELICO.
En general debemos admitir que el mundo que Aristóteles nos propone es muy convincente. Esto se debe a que se basa en la propia observación de los fenómenos y en el sentido común.
2.1.LA VISIÓN FÍSICA DE ARISTÓTELES.
El mundo esta constituido por cuatro esferas homocéntricas ordenadas: la esfera de tierra, la de agua, la de aire y la de fuego. Y cada uno de estos cuatro elementos posee una tendencia intrínseca a comportarse de una determinada forma y a situarse en su lugar correspondiente. Esta tendencia es su naturaleza. Toda la materia del mundo se reduce a estos cuatro elementos.
A Aristóteles el mundo terrestre le parecía bastante imperfecto en su conjunto. Veamos por qué. Aristóteles tenía un prejuicio eleata y pitagórico. Para Parménides e incluso para Platón, era más perfecto lo inmóvil e inmutable que lo cambiante y móvil. En el caso de que hubiese algún movimiento perfecto debería ser, pues, el más inmóvil posible. Este movimiento, según la tradición pitagórica, no podía ser otro que el circular y uniforme. En el mundo terrestre no había inmutabilidad sino nacimiento, cambio y corrupción. Tampoco había inmovilidad sino movimientos de traslación verticales hacia arriba o hacia abajo de los elementos materiales, sin contar con las traslaciones irregulares de los animales y el hombre. Fue entonces cuando Aristóteles descubrió los cielos.
2.2.VISIÓN ASTRONÓMICA DE ARISTÓTELES.
Aristóteles miró al cielo y volvió a utilizar su sentido común. ¡Qué diferencia con el mundo terrestre! El Sol parece moverse de una manera regular y sin sobresaltos alrededor de la Tierra. También la Luna. Tanto el Sol como la Luna deben de estar engarzados a respectivas esferas cristalinas e invisibles que envuelven la Tierra. Las esferas cristalinas, que se mueven de forma circular y uniforme, arrastran así al Sol y a la Luna en sus movimientos. En el firmamento encuentro puntos de luz que parecen estar pegados en una especie de cúpula, pues siempre mantienen su posición relativa. Debe de haber una esfera última del firmamento que también se mueve alrededor de la Tierra de este a oeste donde se encuentran pegadas todas las estrellas. Por último, observo cinco puntos de luz que no parecen estar pegados a la cúpula celeste pues parecen moverse de forma independiente, como errantes en el firmamento. Son los cinco planetas conocidos en la época (Marte, Mercurio, Júpiter , Venus y Saturno). Recordemos que la palabra planeta quiere decir precisamente eso: errante. También deben de estar engarzados a una esfera cristalina que se mueve de este a oeste de forma circular y uniforme.
Durante todos los días de mi vida el cielo no parece cambiar. Incluso en algunos mapas celestes de investigadores anteriores mostraban la misma estructura. Esta región es inmutable. Y si es inmutable no debe de haber materia pues todo lo que es de materia cambia. El elemento que conforma los cielos debe de ser desconocido y misterioso y, sobre todo, incorruptible y puro: el éter. Esta región es sin duda perfecta, no sólo por su eternidad y pureza, sino por los propios movimientos que genera, siempre circulares y uniformes.
2.3.LA PERFECCIÓN DEL SISTEMA ARISTOTÉLICO
Sobre estas bases físicas y astronómicas Aristóteles logró un sistema del mundo bastante verosímil, convincente y explicativo. A las cuatro esferas homocéntricas de tierra, agua, aire y fuego; las siete esferas cristalinas del Sol, la Luna y los cinco planetas; y la esfera de la cúpula celeste le fueron a sumar cuarenta y tres esferas cristalinas más que tenían una función de apoyo para las explicaciones de los movimientos aparentes de los cielos. El cosmos de Aristóteles constaba así de cincuenta y cinco esferas. A este complejo Aristóteles le añadió un primer motor inmóvil de carácter no material que habría de ser la causa eficiente y final del primer movimiento de la cúpula celeste. Todos los demás movimiento del mundo se derivarían así directa o indirectamente de este primer empujón misterioso. A este primer motor Aristóteles le llamó Dios y era algo así como el alma del mundo.
3.TEOLOGÍA
Dado que en el mundo hay movimiento es menester explicarlo. Cuando algo está en reposo no preguntamos cuál es la causa de este reposo. Parece, al menos le parecía a Aristóteles, que el reposo no necesita explicación; pero sí el movimiento. Puesto que hay movimiento en el mundo, ¿cuál es su causa? Parece evidente que todo lo que se mueve es movido por algo que a su vez ya estaba en movimiento. Pero explicar el movimiento de una bola de billar, por ejemplo, por el choque de otra bola de billar que se encontraba en movimiento previamente es no explicar nada ¿Cuál es la causa del movimiento de esta segunda bola de billar? Quizá otra bola de billar en movimiento. No obstante la serie de bolas en movimiento no puede ser infinita. Aristóteles deduce que ha de existir una causa primera, un motor inmóvil que sea el causante originario de todo movimiento. Necesariamente ha de ser un motor inmóvil, pues si se moviese requeriría explicación (¿quién lo mueve?), pero lo que busca Aristóteles es una explicación absoluta y lo inmóvil es el paradigma para Aristóteles de lo que no requiere explicación.
Ahora bien, ¿cómo puede algo mover sin moverse él mismo? El primer motor mueve como el amado al amante, es decir, como si hubiese un eros o deseo, aunque deberíamos quitar toda connotación antropomórfica al deseo. El deseo operaría más como una especie de fuerza ciega al modo que lo hace la gravitación o el magnetismo. Sin duda Aristóteles utiliza esta expresión en un sentido metafórico. El origen y causa de todo movimiento es la “atracción erótica” que el primer motor ejerce. En Metafísica, Libro XII, capítulo 7, Aristóteles explica:
"El primer motor, entonces, mueve sin ser movido, como objeto de amor (hos eromenon), mientras que todo lo demás se mueve al desearlo." (Metafísica, 1072b3).
Esta inteligencia suprema y primer motor inmóvil que mueve el mundo por atracción erótica es identificado con Dios. ¿Qué más cosa nos permite saber la especulación teológica de Aristóteles? Dios no sólo no se mueve sino que no puede moverse. Si pudiese moverse requeriría explicación y él es la suprema explicación. Pero si no se puede mover ha de ser inmaterial. Si fuese material se podría mover, bastaría un empujón. Si Dios no es materia sólo puede ser una cosa: forma. Lo que es totalmente forma sin nada de materia es acto puro sin nada de potencia. En Dios nada “puede ser” sino que lo es todo efectivamente, realmente. De aquí se deduce, por último, su perfección, pues es infinitamente más perfecto el acto que la potencia. De la misma forma que es más perfecto el árbol que la semilla o la escultura de La piedad de Miguel Ángel que el previo bloque de mármol. ¿Cuál es la actividad de este Dios, ser perfecto y realísimo? No puede desear porque entonces implicaría que algo le falta y a Dios, ser perfecto, nada le falta. No puede sentir pues podría entonces sentir dolor y esto es una imperfección. Lo único que puede hacer es pensar. Dios es un pensamiento que se piensa a sí mismo.
4.PSICOLOGÍA
¿Cree
Aristóteles en la inmortalidad del alma? Y si así fuese ¿cuál de
las tres almas sería la inmortal? El alma vegetativa está unida a
su función corporal. No tendría ninguna lógica que fuese inmortal.
Sería absurdo que perviviera una facultad que me posibilita comer,
crecer o respirar si no tengo ya cuerpo que me reclame comida,
crecimiento u oxígeno. Cosa similar ocurre con el alma sensitiva. El
placer o el dolor corporal, la capacidad de registrar imágenes
sensibles o la facultad que me permite el desplazamiento físico
ningún sentido tendría si el cuerpo no existiese. De modo que si
cabe concebir la posibilidad de cierta inmortalidad humana tendrá
que ser en el alma intelectiva. La facultad de conocer, conocer
formas, no exige por coherencia lógica la necesidad de un cuerpo
donde alojarse. Es decir, cabe concebir el conocimiento desligado del
cuerpo, pero no cabe concebir la capacidad de respirar, por ejemplo,
desligada de lo corporal. Ahora bien, que exista la posibilidad
lógica de que se dé algo no es una prueba de que se dé
efectivamente. ¿Qué dice Aristóteles entonces? El entendimiento
paciente, que es propio de la persona individual, muere con el
hombre. Nos queda entonces sólo el entendimiento agente. Aristóteles
es harto confuso cuando habla de esta cuestión. Hay textos en los
que, efectivamente, le atribuye un carácter inmortal. En su tratado
Acerca
del alma,
dice:
“Y este entendimiento es separado, impasible y sin mezcla (…) solamente cuando está separado es lo que es, y solamente esta parte del hombre es inmortal y eterna”
No obstante, hay otros textos
donde deja claro que este entendimiento agente, aunque es inmortal,
es común a todos los hombres, y por tanto, difícilmente se puede
corresponder con la individualidad personal de la que hablará
posteriormente el cristianismo y otras religiones mistéricas.
En la Edad Media el averroismo latino considera que no hay inmortalidad del alma, pues lo único inmortal es el entendimiento agente, que es común a todos los hombres. El escolástico Tomás de Aquino considerará a su favor esta pequeña ambigüedad de Aristóteles. Hará una pequeña trampa y un añadido. Tomás subraya lo que dijo Aristóteles: el entendimiento agente es inmortal. Luego dirá que, en algún sentido, cabe interpretar que el filósofo griego dice que el entendimiento agente es individual (esta es la trampa), y dirá también que, de acuerdo con la más estricta fe cristiana, esta alma individual debe ser nuestra más intima realidad como personas (este es el añadido).
5. ÉTICA
¿Cómo se proponía Aristóteles alcanzar la felicidad? Según Aristóteles existen cosas que nos pasan y cosas que hacemos. Las cosas que nos pasan son, literalmente, pasiones. Generalmente las pasiones no las podemos controlar. Si hay una tormenta un día en el que voy al campo o si me enamoro de alguien no lo puedo evitar. Mojarse en el campo y enamorarse son pasiones. Frente a las pasiones están las acciones. Todo aquello que efectivamente hago. La tormenta me pasa, pero decidir ir a la excursión es una acción. Enamorarme me pasa, pero si me declaro a mi amada es una acción que he elegido y podría no hacer.
Según Aristóteles la felicidad no se logra a través de las pasiones, sino a través de las acciones. La felicidad no depende por entero de las cosas que nos pasan sino de las cosas que hacemos. Y muy concretamente de las cosas que hacemos en relación con las cosas que nos pasan. Lo importante es cómo nos comportamos en relación con las pasiones.
Lo que quiere decir Aristóteles es que es fundamental para nuestra felicidad nuestro modo de ser, nuestra personalidad.
En Psicología se suele diferenciar entre temperamento y carácter. Todos al nacer tenemos una forma de ser que es la que hemos heredado. Nos parecemos de niños a nuestros padres o a nuestros abuelos: somos nerviosos o tranquilos, tímidos o extrovertidos, alegres o tristes. Pero según vamos siendo mayores vamos modificando esta forma de ser. Nos enseñan, o aprendemos sin que nadie se esfuerce en enseñarnos, una nueva forma de comportarnos. A veces esta nueva forma consiste en acentuar nuestros rasgos temperamentales. Puede que sea nervioso y mis experiencias y lo que he aprendido de mi alrededor me haya hecho más nervioso. Evidentemente en este caso habría tenido un mal aprendizaje. Pero puede ocurrir lo contrario, que haya aprendido a ser más tranquilo. Quizá porque alguien me lo ha enseñado. Esta nueva forma de ser es lo que los psicólogos llaman carácter.
La cuestión fundamental para Aristóteles es que podamos crearnos un buen carácter gracias al cual el modo de reaccionar ante las cosas que me pasen en la vida sea el más adecuado, el que más felicidad me proporcione o el que más infelicidad me evite.
Para Aristóteles el carácter adecuado es el que se basa en las virtudes morales. La virtud moral es una acción correcta. Si queremos ser más explícitos diremos que las virtudes morales son acciones correctas (una conducta correcta.) Generosidad, sinceridad, amabilidad, valentía, modestia, justicia, etc., son virtudes morales, acciones correctas que además, y precisamente por serlo, producen felicidad.
No obstante, para alcanzar cualquier virtud moral es necesario que nos preguntemos en cada caso: ¿qué debo hacer? Antes de actuar con corrección debemos pensar y contestar a esta pregunta en nuestra cabeza. En esta medida para alcanzar cualquier virtud moral es necesario poseer previamente la virtud intelectual que llamamos prudencia.
¿Cómo elegir correctamente? Aristóteles recomienda que sigamos una regla elemental, la regla del término medio. La virtud moral se encuentra en el justo medio de todas las acciones posibles. El término medio moral no es, sin embargo, absoluto y para todos igual, como ocurre por ejemplo con el término medio aritmético. Todos coincidimos en situar en el cinco el término medio entre cero y diez. Ahora y hace cien años. Aquí y en la China. Sin embargo, el término medio que es virtud moral es relativo a la persona y a las circunstancias y por tanto no igual para todos ni en todo momento. Por ejemplo, yo quiero alcanzar la virtud moral que llamamos generosidad. La generosidad debe de ser un término medio entre dos extremos que son la tacañería (extremo por defecto) y el derroche (extremo por exceso.) Si estoy sin trabajo y me encuentro con un amigo de la infancia es posible que mi situación económica me permita invitarle a un refresco mientras charlamos amistosamente. Si así lo hago posiblemente alcance la virtud de la generosidad. Si no lo hiciese, aun pudiendo, me muevo seguramente en el extremo por defecto de la tacañería, y si no solo le invito a un refresco sino que le pago una gran cena que provoca que mi familia y yo pasemos hambre ese mes, me muevo, probablemente, en el extremo por exceso del despilfarro. Podríamos decir que para Aristóteles tan malo es no llegar como pasarse. Evidentemente si yo soy millonario el término medio de la acción se situaría en otro lugar de la gama de acciones libres posibles. Quizá si solo le invito a un refresco mi conducta es tacaña. Lo mismo podríamos decir en relación con la comida, por ejemplo. Lo que es comer mucho para uno es poco para otros. Comer lo idóneo en cada caso depende de las personas (no es lo mismo un deportista, un niño, un viejo, etc.) y de las circunstancias (no es lo mismo tras una larga huelga de hambre, tras un empacho, etc.). Todas las acciones que conforman los extremos son vicios o bien por defecto o bien por exceso. Sólo hay una forma de acertar en cada caso y muchas de errar.
La virtud moral además es un hábito, una costumbre. No es suficiente que yo elija en un momento dado el término medio en mis acciones. Si no tengo esta costumbre, si no lo hago así de forma recurrente y es pura anécdota o casualidad en mi comportamiento, no alcanzo la virtud. Evidentemente, dice Aristóteles al respecto: Una golondrina no hace primavera.
Mi conducta es correcta y alcanzo virtud moral si acostumbro a actuar siempre según la regla del término medio.
6. POLÍTICA
6.1 GRADOS DE ASOCIACIÓN
Afirma Aristóteles que el hombre es un zoon politikon: un animal social por naturaleza. Esto es, que todo hombre ya desde niño tiene esta tendencia a asociarse con otros semejantes. Cuando se asocia con otros no hace más que realizar su propia inclinación.
Ahora bien, en un sentido muy amplio podríamos afirmar que todos los animales son sociales, pues en todos ellos aparece un grado primario de asociación sexual entre macho y hembra. El fin de esta asociación primaria es satisfacer el instinto de reproducción. El hombre posee también este instinto y de la satisfacción de éste surge la familia. Es claro que no puede ser en este sentido en el que el hombre es llamado social. Lo poseen también muchos animales.
Existe otro grado secundario de asociación superior al anterior. Cuando varias familias se unen en un pueblo o aldea procurando un beneficio para todos los participantes. La finalidad de esta asociación es una mejor división del trabajo y una mejor defensa ante males externos. No obstante, existen algunos animales que se reúnen con estos fines en pequeñas “aldeas” como el propio hombre: las abejas y las hormigas. Tampoco puede ser por esta asociación por la que el hombre es llamado social, pues en este sentido no hay diferencia con abejas u hormigas.
Si el hombre es un ser social más aún que estos animales es que debe existir un grado máximo de asociación exclusivamente del hombre: la unión de varias aldeas en torno a las leyes constituyendo el Estado. ¿Cuál es el fin de esta asociación? El Estado se debe preocupar por crear unas condiciones de justicia, libertad y estabilidad tales que cada individuo pueda alcanzar la felicidad plena por sí mismo. De modo que el buen Estado es necesario para ser feliz (evidentemente si el grado de justicia es tan bajo que la mayoría de la población pasa hambre, por ejemplo, es inútil que yo individualmente me esfuerce en ser feliz), pero no suficiente (es claro también que el hecho de vivir en un estado justo y estable donde tengamos satisfechas nuestras necesidades más básicas y un grado de libertad admisible no implica que seamos ya felices). Concluyendo, podemos afirmar con Aristóteles que con hambre y miseria no hay felicidad; pero la abundancia y la justicia no basta para alcanzarla, aunque ayude.
Si el hombre es un animal social más que otros animales es porque vive en la polis o Estado y lo propio del Estado es la ley, posible sólo por la capacidad lingüística y racional que posee el hombre y no poseen los animales. Social, racional-lingüístico y moral (capaz de reflexionar sobre lo justo y elaborar normas de comportamiento) en Aristóteles viene a significar lo mismo.
6.2. FORMAS DE GOBIERNO.
Lo propio del talante político de Aristóteles es su espíritu realista frente al espíritu idealista-utópico de la política platónica. Platón intentó hallar una forma de gobierno “perfecta” donde todo detalle parecía calculado antes de su realización. Cuando esta forma política utópica fue llevada a la práctica resultó un rotundo fracaso: lo ideal casi nunca puede llevarse a la realidad sin concesiones. Aristóteles parece haber aprendido la lección. Por eso no se preocupa de llegar a un estado perfecto en su cabeza. De nada le serviría éste. Se preocupa en cambio de llegar a un Estado real, que funcione en la práctica. La preocupación aristotélica no será pues saber cual es el Estado más justo, por ejemplo, sino el Estado que conjugue el máximo de justicia con el máximo de estabilidad posible. Es evidente que el mejor estado ideal no tiene porque ser el mejor estado real. Se propone Aristóteles analizar los gobiernos reales que encuentra en su época para concluir, por último, cual es preferible. Existen dos formas de gobierno que Aristóteles valora positivamente:
a)Monarquía. Gobierno de un solo hombre respetando las leyes y con el consentimiento del pueblo. Se busca siempre el bien común.
b)Aristocracia. Gobierno de un grupo de hombres (los mejores) con respeto a las leyes, con el consentimiento del pueblo y buscando el bien común.
Ahora bien, ¿si son valoradas positivamente por qué son rechazadas por Aristóteles? Aristóteles afirma que estas formas de gobierno tienen un grado de justicia admisible, pero no suelen ser formas estables de gobierno. Existen otras dos formas de gobierno que Aristóteles valora negativamente:
a)Tiranía. Gobierno de un solo hombre sin respeto a la ley, sin consentimiento del pueblo y buscando el bien particular.
b)Oligarquía. Gobierno de un grupo de hombres sin respeto a la ley, sin el consentimiento del pueblo y buscando intereses particulares.
Es claro que estas dos formas de gobierno son rechazadas automáticamente por Aristóteles. Por una parte suelen ser también formas poco estables de gobierno y además son extremadamente injustas. Pero ¿por qué suele la monarquía y la aristocracia trasformarse en tiranía y oligarquía? ¿Cuál es la causa primaria de inestabilidad? ¿No será acaso la constitución básica de la sociedad? Si la sociedad está radicalmente dividida en muy pobres y muy ricos y estos últimos tienen la suficiente fuerza como para imponer sus intereses, es evidente que pueden “comprar” al rey y trasformarlo en un tirano o “comprar” a los aristócratas y trasformarlos en oligarcas. Por otro lado, con el tiempo, los muy pobres no pueden soportar el grado absoluto de injusticia y surge la revolución. Se vuelve así a uno de los estados positivos.
Para Aristóteles la democracia no se libra de esta inestabilidad y dista mucho de ser una forma de gobierno positiva. Aristóteles vivió en la democracia ateniense y experimentó también su decadencia. Aunque en la democracia gobiernan todos, prevalece el interés de los más pobres, que son la mayoría. Es por tanto, un gobierno de parte no exento de resentimiento hacia los ricos. Es concebible para Aristóteles que una persona o un grupo de personas sean virtuosos y moderados y establezcan una monarquía o una arsitocracia, pero cuando gobiernan los más pobres esto es muy poco probable. Lo que tienen en común los ciudadanos de una polis es su condición de solados, es decir, la fuerza de las armas, y siendo la mayoría pobres, una marcada desconfianza y resentimiento hacia los ricos. De modo que no se gobierna buscando el bien común. Siendo así, la democracia, que es ya un sistema degenerado, puede degenerar aun más y convertirse en un gobierno de la muchedumbre u olocracia, donde la ley deja de ser respetada y los demagogos, hábiles ciudadanos que manipulan al pueblo con su oratoria, acaban gobernando la ciudad.
La sociedad estable ha de tener otra estructura. En esto Aristóteles cumple con el ideal griego de término medio y armonía. La solución es fomentar la clase media reduciendo al máximo posible el número de los muy ricos y de los muy pobres. De esta forma los muy ricos serán muy pocos para imponer sus intereses y los muy pobres muy pocos para poder hacer la revolución.
Acto seguido Aristóteles se dispone a hallar la forma política adecuada. Ésta será un término medio o mezcla de dos formas gobierno: aristocracia y democracia. Aristóteles la denomina politeia. Habrá una asamblea donde el pueblo se podrá hacer oír como en la democracia, pero a diferencia de una democracia, no todos los nacidos en la ciudad serán ciudadanos con derecho a voto y deliberación en la asamblea: los trabajadores manuales, es decir, los ciudadanos más pobres (que serán obviamente una minoría) no tendrán derechos políticos. En la medida en que gobierna la mayoría es como una democracia, pero dado que esa mayoría no es la totalidad y predomina la clase media, clase virtuosa y moderada, es como una aristocracia. Los gobernantes buscarán el bien común, respetarán la ley y serán consentidos por el pueblo.