GRADOS DE ASOCIACIÓN
Afirma
Aristóteles que el hombre es un animal social por definición. Esto es que si un
hombre no necesita de sociedad con otros no es, en rigor, un hombre. Será un
dios o una bestia. El hombre es además un animal social por naturaleza (zoon politikon). Esto es, que todo
hombre ya desde niño tiene esta tendencia a asociarse con otros semejantes.
Cuando se asocia con otros no hace más que realizar su propia inclinación.
Ahora bien, en un sentido muy amplio podríamos afirmar que casi todos los animales
son sociales, pues en ellos aparece un grado primario de asociación
sexual entre macho y hembra. El fin de esta asociación primaria es satisfacer
el instinto de reproducción. El hombre posee también este instinto y de la
satisfacción de éste surge la familia. Es claro que no puede ser en este
sentido en el que el hombre es llamado social. Lo poseen también los animales.
Existe otro grado secundario de asociación superior al anterior. Cuando varias
familias se unen en un pueblo o aldea procurando un beneficio para todos los
participantes. La finalidad de esta asociación es una más efectiva división del
trabajo y una mejor defensa ante males externos. No obstante, existen algunos
animales que se reúnen con estos fines en pequeñas “aldeas” como el propio
hombre: las abejas y las hormigas. Tampoco puede ser por esta asociación por la
que el hombre es llamado social, pues en este sentido no hay diferencia con
abejas u hormigas.
Si
el hombre es un ser social más aún que estos animales es que debe existir un
grado terciario y máximo de asociación exclusivamente del hombre: la unión de
varias aldeas en torno a las leyes constituyendo el Estado. ¿Cuál es el fin de
esta asociación? ¿Será acaso la felicidad? No, esto es tarea exclusiva del
individuo, no del colectivo. El Estado se debe preocupar por crear unas
condiciones de justicia, libertad y estabilidad tales que cada individuo pueda
alcanzar la felicidad por sí mismo. El buen Estado es pues necesario para ser
feliz (evidentemente si el grado de justicia es tan bajo que obliga a pasa
hambre, por ejemplo, es inútil que yo individualmente me esfuerce en ser
feliz), pero no suficiente (es claro también que el hecho de vivir en un estado
justo y estable donde tengamos satisfechas nuestras necesidades más básicas y
un grado de libertad admisible no implica que seamos ya felices). Concluyendo,
podemos afirmar con Aristóteles que con hambre y miseria no hay felicidad; pero
la abundancia y la justicia no basta para alcanzarla, aunque ayude.
Si el hombre es un animal social
(político, que vive en la polis con otros hombres) más que otros animales es
porque vive en la polis o Estado y lo propio del Estado es la ley, posible sólo
por la capacidad lingüística y racional que posee el hombre y no poseen los
animales. Social, racional-lingüístico y moral (capaz de reflexionar sobre lo
justo y elaborar normas de comportamiento) en Aristóteles es lo mismo.
FORMA
DE GOBIERNO.
Lo
propio del talante político de Aristóteles es su espíritu realista frente al
espíritu idealista-utópico de la política platónica. Platón intentó hallar una
forma de gobierno “perfecta” donde todo detalle parecía calculado antes de su
realización. Cuando esta forma política utópica fue llevada a la práctica en Siracusa
resultó un rotundo fracaso: lo ideal casi nunca puede llevarse a la realidad
sin concesiones. Aristóteles parece haber aprendido la lección. Por eso no se
preocupa de llegar a un estado perfecto en su cabeza. De nada le serviría éste.
Se preocupa en cambio de llegar a un Estado real, que funcione en la práctica.
La preocupación aristotélica no será pues saber cual es el Estado más justo,
por ejemplo, sino el Estado que conjugue el máximo de justicia con el máximo de
estabilidad posible. Se propone Aristóteles analizar los gobiernos reales que
encuentra en su época para concluir, por último, cual es preferible. Existen
tres formas de gobierno que Aristóteles valora positivamente:
a)Monarquía.
Gobierno de un solo hombre respetando las leyes y con el consentimiento del pueblo.
Se busca siempre el bien común.
b)Aristocracia.
Gobierno de un grupo de hombres (los mejores) con respeto a las leyes, con el
consentimiento del pueblo y buscando el bien común.
c)Democracia
asamblearia. Gobierno del pueblo en su totalidad con respeto a la ley y
buscando el bien común.
Ahora
bien, si son valoradas positivamente por qué son rechazadas por Aristóteles.
Aristóteles afirma que estas formas de gobierno tienen un grado de justicia
admisible, pero no suelen ser formas estables de gobierno. Existen otras tres
formas de gobierno que Aristóteles valora negativamente:
a)Tiranía.
Gobierno de un solo hombre sin respeto a la ley, sin consentimiento del pueblo
y buscando el bien particular.
b)Oligarquía.
Gobierno de un grupo de hombres sin respeto a la ley, sin el consentimiento del
pueblo y buscando intereses particulares.
c)Demagogia.
Gobierno aparentemente del pueblo, pero en rigor gobiernan unos pocos que manipulan
al pueblo: los demagogos.
Es claro que estas tres formas de gobierno
son rechazadas automáticamente por Aristóteles. Por una parte suelen ser
también formas poco estables de gobierno y además son extremadamente injustas.
Pero ¿por qué suele la monarquía, la aristocracia y la democracia asamblearia
trasformarse en tiranía, oligarquía y demagogia? ¿Cuál es la causa primaria de
inestabilidad? ¿No será acaso la constitución básica de la sociedad? Si la
sociedad está radicalmente dividida en muy pobres y muy ricos y estos últimos
tienen la suficiente fuerza como para imponer sus intereses, es evidente que
pueden “comprar” al rey y trasformarlo en un tirano o “comprar” a los
aristócratas y trasformarlos en oligarcas y por último pueden “comprar” a los
que suelen vencer en las disputas de la asamblea, los que mejor hablan y mayor
conocimiento tienen del arte retórico, y trasformarlos en demagogos. Por otro
lado, con el tiempo, los muy pobres no pueden soportar el grado absoluto de
injusticia y surge el conflicto social y la revuelta. Se vuelve así a uno de los estados positivos.
La
sociedad estable ha de tener otra
estructura. En esto Aristóteles cumple con el ideal griego de término
medio y
armonía. La solución es fomentar la clase media reduciendo al máximo
posible el
número de los ricos y de los pobres. De esta forma los ricos serán
muy pocos para imponer sus intereses y los pobres muy pocos para crear
revueltas significativas. Además la clase media es la menos
revolucionaria del mundo: se lo piensa mucho antes de crear conflictos,
pues tiene cosas que perder. Y es, desde luego, menos corruptible que
aquellos que pasan hambre y están en situación de máxima necesidad.
Acto seguido Aristóteles se dispone a hallar la forma política
adecuada. Ésta será un término medio o
mezcla precisa de dos formas valoradas positivamente: aristocracia
y democracia asamblearia. Habrá una asamblea donde el
pueblo entero se podrá hacer oír como en la democracia, pero esta asamblea
nombrará una especie de gobierno selectivo como en la aristocracia. Los
gobernantes buscarán el bien común, respetarán la ley y serán consentidos por
el pueblo.
Antes
de concluir es pertinente hacer ciertas aclaraciones terminológicas.
Aristóteles no utiliza la palabra demagogia. En su lugar utiliza la
palabra democracia. Y entonces, ¿qué término utiliza para referirse a lo
que en buen sentido hay que entender como democracia? Aristóteles
utiliza aquí el término politeia. Sin embargo la cosa se sigue complicando. Aristóteles usa también la palabra politeia como sinónimo de constitución o gobierno constitucional. Y en otras ocasiones utiliza el término politeia
para designar esa mezcla entre aristocracia y democracia que le parecía
la forma mejor de gobierno. No obstante, creo que los términos que
hemos utilizado respetan lo que quiso decir Aristóteles y lo hace
comprensible para un lector moderno.
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