martes, 5 de mayo de 2020

LA ESCUELA CÍNICA.

VALORES ÉTICOS 4ºESO






LA ESCUELA CÍNICA


En la historia del vestido aparece, de cuando en cuando, el «look» del harapiento, y siempre notamos que el descuido de la vestimenta se une una precisa elección de vida. Por citar nombres, ahí están los bohemios de todas las épocas, los hippies y, los últimos pero no los peores, los actuales punkies. Modas culturales aparte, un ejemplo clásico nos lo ha ofrecido siempre el vagabundo instruido, el que prefiere dormir al aire libre, tal vez bajo un puente del río, antes que rebajarse a compromisos con el mundo del trabajo. Y bien, sin querer meter a todos los gatos en un mismo saco, no puede menos que notarse que en todos estos movimientos hay siempre una irreprimible necesidad de vida sencilla y libertad. Y es precisamente ésta la clave de lectura para aproximarse al pensamiento de los cínicos de la Antigüedad.
Los cínicos consideraban que la felicidad se encontraba en una vida natural y, por ende, libre. Y el hombre siempre aparecía ante ellos como demasiado artificial, y esclavo de demasiados convencionalismos sociales. Es artificial el vestido lujoso, comer con cubiertos, vivir en una casa y todos los convencionalismos sociales. Primero se fijaron en los niños. Desde luego un niño es más natural que un adulto. Pero incluso los niños ya estaban demasiado corrompidos por la sociedad para serviles de modelos. También ellos viven en casas, se visten con demasiadas prendas y asumen las costumbres de sus padres. De modo que su modelo acabó por ser el perro callejero. Un perro sí que es natural. Y libertario. Hace lo que le apetece en todo momento. Por eso se llamaron a sí mismos perros, kinos, es decir, cínicos o perrunos.
La felicidad, para los cínicos, se puede alcanzar sólo a través de la sencillez y autosuficiencia. Y los perros le resultaban, al parecer, muy sencillos y autosuficientes. El cínico verdadero no será nunca esclavo de sus necesidades físicas y emotivas, no sentirá nunca temor ante el hambre, el frío y la soledad, y no tendrá jamás deseos de sexo, de dinero, de poder o de gloria. Si parecen a veces un poco locos, es sólo porque han elegido un modelo de vida totalmente opuesto al adoptado por la mayoría. Una vez hecho el descubrimiento de que los máximos valores de la existencia son los del alma (de la psyché), el cínico ejerce una crítica destructiva en el terreno de los valores tradicionales. Antístenes y Diógenes fueron los exponentes más famosos de esta escuela.
Antístenes fue el fundador de la Escuela. Nació en Atenas en el año 446 antes de Cristo, y dijo una vez: «Aunque pobre en apariencia, tengo tantas posesiones que hasta me cuesta encontrarlas: duermo, como y bebo donde más me place, y tengo la impresión de que todo el mundo me pertenece. Para que los alimentos se vuelvan más deseables, exploto mi propio apetito: me abstengo de comer durante un tiempo y, después de un solo día de ayuno, cualquier alimento que me llevo a la boca me parece de grandísima calidad. Cuando mi cuerpo siente necesidad de amor, me uno a una mujer fea, y así ella, como ninguno la desea, me acoge con grandísima alegría. En resumen, lo importante, amigos míos, es no sentir necesidad de nada»
Diógenes de Sinope fue el discípulo aventajado de Antístenes. Nació en el año 404 antes de Cristo. De él se sabe que vivía en un tonel y que se paseaba con un farol encendido, incluso de día, diciendo en voz alta: "Yo busco al hombre", es decir, al verdadero hombre natural. Evidentemente no lo encontró jamás. El perro callejero le parecía sin embargo el ser verdaderamente natural, como ya dijimos. Archiconocido es su encuentro con Alejandro Magno. El rey recorría a caballo una calle de Corinto, cuando lo vio sentado en unas escaleras tomando el sol, le dijo:
¾Yo soy Alejandro Magno. ¿Quién eres tú?
¾Diógenes el Perro.
¾Pídeme lo que desees.
¾Apártate, que me tapas el sol.
El gran Alejandro se quedó con un par de narices al escuchar aquella respuesta.
Las necesidades primarias de Diógenes se reducían al mínimo indispensable: un manto por toda vestimenta y por lecho, tanto en verano como en invierno, un cuenco para comer y un tazón para beber. Un día, sin embargo, al ver a un niño poner las lentejas directamente sobre el pan, arrojó el cuenco, y cuando vio al mismo niño beber en el hueco de la mano, arrojó también el tazón. Como todos los cínicos, sentía una sana desconfianza ante el placer. Una noche, encontrándose con un amigo que iba a un banquete, le gritó: "Volverás peor". El aprecio que sentía por su prójimo no era muy alto: una vez lo vieron mientras interrogaba a una estatua. A la pregunta de por qué lo hacía, respondió: "Me entreno para preguntar en vano." A Diógenes, desde luego, no le faltaba el sentido del humor. Un día en que asistía a la ejercitación de un arquero particularmente incapaz, fue a sentarse junto al blanco, y dijo: «este es el único lugar donde me siento seguro» Otra vez, encontrándose en una hermosísima finca, rica en alfombras y sofisticados objetos , le escupió a la cara al propietario; inmediatamente, le limpió el rostro con el manto y le pidió disculpas diciendo que no había encontrado en toda la casa un lugar tan feo como para escupir.
En el curso de su larga vida le tocó pasar por experiencias de todo tipo: un día, cuando era viejo, mientras navegaba a lo largo de la isla de Egina, fue capturado por el pirata Escirpalo. Éste le llevó a Creta y le puso a la venta en el mercado de esclavos. Cuando el pregonero le preguntó qué sabía hacer, respondió: «Mandar a los hombres». Y cuando vio que un tal Seníades, un caballero cargado de joyas, lo miraba con interés, agregó: «Véndeme a ese pobre hombre, pues, tal como va ataviado, me parece que tiene urgente necesidad de un amo» Seníades lo compró y Diógenes se quedó en su casa, hasta el final de sus días, en calidad de instructor de sus hijos. Se suicidó a los noventa años, conteniendo la respiración.

A modo de conclusión

Así como hay diferencias entre individuos, así también hay diferentes maneras de entender la vida y la felicidad; todas las lecciones de los filósofos podían servirnos en parte y cada uno de nosotros puede tomar de ellas lo que quiera, adaptándolo a su forma de ser. Bien mirado, ningún libro ni ninguna doctrina puede garantizarnos la felicidad. No hay recetas para ello. Cada uno tiene que pensar lo que necesita para ser feliz y qué es lo que verdaderamente quiere, aunque no esté mal oír los consejos de los filósofos. A pesar de las diferentes opiniones, sorprende sin embargo una cierta coincidencia entre todos ellos: en general, la felicidad no era un asunto de tener esto o lo otro, sino más bien de ser de una cierta manera y de adoptar ciertas actitudes vitales frente a la vida y las cosas, día a día, momento a momento. Saber eso tampoco era poco.


Tareas sobre el TEMA : La escuela cínica.

-Hacer un resumen del tema que ocupe entre una y dos caras.

Preguntas:

1/¿De dónde viene la palabra cínico y que quiere decir?
2/ a)¿Qué seres tomaron como modelo los cínicos para alcanzar la felicidad:

1)gatos 2)niños 3)hombres de negocios 4)perros
    b)¿Por qué?

3/ ¿Quién inició el pensamiento cínico?
4/¿Qué hacía Antistenes para que los alimentos le fueran más deseables?
5/ ¿Qué hacía Antistenes cuando su cuerpo necesitaba de amor?
6/ ¿Dónde vivía Diógenes?
7/ ¿A quién buscaba insistentemente Diógenes mientras alumbraba con un farol?
8/Reproduce el diálogo que Diógenes tuvo con Alejandro Magno.

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